Daniel Pereyra
En todos los conflictos bélicos existentes en el mundo, grandes o pequeños, desde Irak hasta Pakistán, el empleo de mercenarios está generalizado, la flota de atuneros vascos acaba de sumarse a esa nefasta práctica, con su incorporación a la guerra de baja intensidad que se libra en el Océano Indico, entre las costas de Somalía y el archipiélago de las Islas Seychelles.
La lucha por los recursos naturales, que desde hace años se libra en muchas regiones del planeta y desde luego en Africa, se suma así a los mares territoriales.Varios pesqueros que navegaban bajo bandera española, ante los ataques de piratas somalíes, se han registrado como nacionales de dichas islas, con lo cual pueden utilizar mercenarios para su custodia, eludiendo así la prohibición que rige en el Estado Español. Han contratado para tal fin a la empresa británica Control Risk que colocará a cuatro ex militares en cada barco, provistos de ametralladoras y fusiles de asalto, especializada desde hace años en seguros y protección marítima. El coste de la operación de custodia se estima en varias decenas de miles de euros por barco.
Desde hace meses barcos franceses cuentan con mercenarios de esa nacionalidad para prestar servicios similares.
Hay que tener en cuenta que son miles los navíos que circulan por esa región crítica del transporte marítimo mundial, lo que puede alcanzar altas cifras de negocio para las aseguradoras y empresas de mercenarios involucrados en el mismo, las Corporaciones Militares Privadas.
De esta práctica solo pueden surgir consecuencias nefastas para los trabajadores del mar, que unirán a los riesgos propios de sus tareas, los que implican el verse envueltos en conflictos armados. Puede imaginarse que los atacantes no cesarán en sus planes de los que obtienen importantes beneficios, sino que por el contrario incrementarán sus medios de accionar militar.
Beneficios que no recaerán principalmente en los pobres habitantes de los países más pobres del planeta, sino en las empresas financieras, navieras y aseguradoras, que se llevarán como siempre la parte del león del accionar mercenario, sin arriesgar ni una gota de sangre. Los “piratas” somalíes son reclutados entre los desocupados que conforman la inmensa mayoría de la población. Debe condenarse el uso de mercenarios en cualquier conflicto bélico, la mezcla de militares y civiles en los mismos, pero particularmente cuando se da entre trabajadores y profesionales del uso de las armas.
Daniel Pereyra es el autor de “Mercenarios, guerreros del imperio”
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