Le Monde Diplomatique en su número de octubre 2010 publica este artículo de Martine Bulard. A lo mejor nos aclara un poco el destino de los recortes presupuestarios, de salarios y otros ingresos de los trabajadores, que se están efectuando entre nosotros. ¿Qué hacen con nuestro ese dinero los especuladores?
“Por primera vez en la historia, más de mil millones de personas se acostarán todas las noches con la tripa vacía”. De manera inesperada, esta constatación aplastante ha quedado establecida por M. Robert B. Zoelick, presidente del Banco mundial. El cual precisa que el Objetivo del milenio para el desarrollo –erradicar el hambre de aquí a 2015– no será alcanzado. Tras un neto retroceso en el curso del último decenio, la pobreza y la malnutrición se han relanzado a la alza desde 2008. Para sólo el año 2010 los expertos de la Banca Mundial prevén que sesenta y cuatro millones de personas más, el equivalente de la población francesa, habrán quedado sumergidas en la marmita de la pobreza extrema.
Así se vuelven a ver imágenes que creíamos retiradas al baúl de los recuerdos, de los malos recuerdos, como las revueltas del hambre en Mozambique el uno y dos de setiembrre pasados. La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Comercio y el Desarrollo (Cruced) se ha quedado reducida a un balance en forma de eufemismo: “La seguridad alimenticia se mantiene cono un problema agobiante en muchos países en desarrollo”.
Hay factores naturales que acentúan estos desequilibrios. La recolección violenta en India y las inundaciones en Pakistán han destrozado las cosechas de arroz y té, cuyas cotizaciones han escalado más de un tercio de su precio en algunos meses. Los incendios han aniquilado los campos de trigo en Rusia, reduciendo las cosechas e impidiendo la sementera, lo que tendrá consecuencias también para la próxima cosecha.
Pero la actual escalada de los precios no debe gran cosa a estos fenómenos naturales, y mucho a la especulación. Las materias primas se han convertido en el nuevo terreno de juego y campo de regatas de los especuladores, que disponen de enorme liquidez ofrecida gratuitamente o casi por los bancos centrales. Después de haber arrasado en el sector inmobiliario, los aprendices de brujos de las finanzas se vuelven hacia los productos de base (metales no ferrosos) y los productos agrícolas.
Así, a mitad de setiembre, uno de los célebres fondos especulativos de Londres, Armajaro, h comprado el equivalente de un cuarto del stok europeo de cacao. Algunos días más tarde, los precios de la tonelada pulverizaban todos los records. Este fenómeno afecta igualmente al trigo, el arroz, la soja… [Se comenta que el precio del trigo ha subido ya un 50%. Nota de Atrio].
Los dirigentes europeos se han alarmado ante esto. Algunos han llegado hasta evocar la necesidad de un regulador. Ya se escuchaba esta musiquilla con ocasión de la crisis de las subprime, pero nada ha cambiado. Las consecuencias son tanto más graves para los países en desarrollo cuanto que el Fondo Monetario Internacional y la Banca mundial los habían forzado previamente a volverse hacia los mercados exteriores y abandonar sus cultivos propios. Con la punta de la pluma, la Cruced reconoce desde entonces que “una estrategia de crecimiento duradera exige una mayor atención a la demanda interior” y lanza una llamada a “revisar el paradigma del desarrollo a partir de la exportación”. Más vale tarde que nunca. Pero es una pena que nos estemos quedando en los sortilegios, que pueden nutrir las ilusiones pero ciertamente no alimentarán al planeta.
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