EL ABANDONO DE LAS POLÍTICAS REDISTRIBUTIVAS POR LAS IZQUIERDAS GOBERNANTES

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Vicenç Navarro

Una de las características del discurso político de las opciones políticas progresistas gobernantes, tanto en España como en los países a ambos lados del Atlántico Norte (la mayoría de países de Europa y Norteamérica) ha sido el abandono de políticas públicas que intenten redistribuir las rentas y la riqueza de sus países. En España, incluso el término “redistribución” prácticamente ha desaparecido del lenguaje utilizado en los mayores forums políticos y mediáticos del país. Y ello como consecuencia de que ha sido aparcado y dejado de lado por la izquierda gobernante y mayoritaria, es decir, por el PSOE.

Uno de los argumentos utilizado para justificar tal abandono es que su electorado, al que llaman “clases medias” (término que ha substituido el de clase trabajadora, a la cual se la considera que ha desaparecido o que se ha transformado en clase media) no quieren ni oír hablar de tal término, pues -según ellos- temen que, en caso de que las izquierdas gobernantes desarrollen políticas redistributivas, sus impuestos aumentarán. En tal argumento se asume que políticas redistributivas son aquellas que redistribuyen las rentas de las clases medias a las clases humildes, término que se utiliza para definir a la población pobre y vulnerable a la exclusión social. De ahí que para evitar asustar a los que consideran sus bases electorales -las clases medias- no hablan ni practican políticas públicas redistributivas. De esta manera, el discurso y prácticas redistributivas se han substituido por el discurso antipobreza y antiexclusión social y el de ofrecer igualdad de oportunidades a todas las personas en la sociedad, todas ellas medidas que se financian con los ingresos al estado resultado del crecimiento económico.

Tal escenario conceptual ignora, sin embargo, que el enorme crecimiento de las desigualdades ha ocurrido como consecuencia de un gran trasvase de las rentas del trabajo a las rentas del capital y de las rentas de la economía productiva a las rentas de la economía especulativa, determinando con ello una abrumadora concentración de las rentas y de la propiedad en una minoría de la población, concentración que ha tomado lugar a costa de las rentas de la gran mayoría de la población, incluyendo la clase trabajadora y las clases medias.

En realidad, el endeudamiento de la mayoría de la población se debe precisamente a que su capacidad adquisitiva ha ido disminuyendo, mientras que la capacidad adquisitiva de las rentas superiores (que obtienen sus ingresos predominantemente de las rentas del capital) se ha disparado exponencialmente. Así, EE.UU., uno de los países que recoge con mayor precisión este tipo de estadísticas, ha visto -según un informe de la oficina de Presupuestos del Congreso- un enorme crecimiento (un 275% entre 1979 y 2007) de las rentas del 1% de la población -las superiores-, mientras que el 20% de la renta inferior (clase trabajadora no cualificada) ha crecido sólo un 18% y para la mayoría de la población un 60%.

Lo que esto quiere decir es que la riqueza que se está creando (y que se traduce en el crecimiento del PIB) se está concentrando en las rentas superiores a costa de las demás. Este es el resultado de las políticas neoliberales iniciadas por el Presidente Reagan en 1980 y la Sra. Margaret Thatcher en la Gran Bretaña y que han redistribuido las rentas estimulando su concentración. Así lo reconocía nada menos que Martín Wolf, el columnista senior del Finantial Times, en un artículo, “America’s Inequality need not determine the future of Britain” (23.12.11), que ha tenido gran impacto. Tal autor escribía que las rentas de los súper ricos “proceden de su extracción de la economía, resultado de la falta de control sobre los ejecutivos financieros y sobre el mundo empresarial como consecuencia de las políticas desreguladoras y políticas regresivas seguidas durante todos estos años”.

Ni que decir tiene que otros factores explican también el crecimiento de tales desigualdades, incluyendo los cambios demográficos (más familias monoparentales) y tecnológicos (productividad variable) entre otros. Pero los factores más determinantes son los políticos y económicos que Martin Wolf considera deben cambiarse. Este periodista del Finantial Times reconoce que los centros financieros y empresariales se opondrán a tales cambios, pero a pesar de ello acentúa que deben hacerse. Termina Martin Wolf su artículo aludiendo a una cita famosa del artículo de Warren Buffet en el The New York Times (14.08.2011), “ha existido una guerra de clases -class war- en los últimos veinte años -y mi clase- la de los financieros ha estado ganándola”. Tal observación -añade Martin Wolf- no ha hecho a Warren Buffet muy popular entre sus iguales. Pero concluye Martin Wolf “lo que dice Warren Buffet es cierto”. Es de agradecer que uno de los portavoces del diario Financial Times que, junto con el The Economist, han promocionado más tales políticas neoliberales, reconozca que hay una lucha de clases y que la han estado ganando, con la complicidad de las clases políticas y mediáticas dominantes.

En España tal debate ni siquiera existe. Es incluso inimaginable que las Cortes Españolas hicieran un informe sobre la distribución de las rentas en España (uno de los países de la UE-15 con mayores desigualdades), ni siquiera durante el gobierno socialista, cuyo candidato a las últimas elecciones, el Sr. Rubalcaba fue incluso criticado paradójicamente por el candidato Rajoy del partido conservador-neoliberal, el Partido Popular, por haber aumentado las desigualdades de renta durante su mandato, ignorando que las políticas del PP, tanto pasadas como las propuestas de futuro, contribuyeron y contribuirán todavía más a este crecimiento de las desigualdades en España. Y así estamos.

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