LAS SEMEJANZAS ENTRE EL GOBIERNO DE SCHRODER Y EL GOBIERNO ZAPATERO
Vicenç Navarro
En círculos próximos al gobierno Zapatero se ha intentado presentar al Presidente Zapatero como el político que “se sacrificó para salvar a España”, comparándolo con el canciller Schröder de Alemania que, aunque era consciente de que iba a antagonizar a sus bases electorales con sus políticas de claro corte neoliberal, tiró adelante con ellas, pues creyó que con ello salvaba a Alemania de la situación de estancamiento económico en que se encontraba. Retrospectivamente parecería que los defensores de tales políticas llevan razón en el enjuiciamiento de la figura de Schröder como “el salvador de Alemania”. Este país parece ser el único en la Eurozona que no tiene problemas con su deuda pública: los intereses de su deuda son los más bajos y estables de la Eurozona. Y la inflación y el desempleo son los más bajos de tal comunidad monetaria. Parecería, pues, que los mercados financieros tienen plena confianza hacia el Estado alemán que, con su rigor y disciplina, se ha convertido en el modelo y punto de referencia de los otros países de la Eurozona. Hasta aquí la percepción ampliamente promovida por los medios de mayor difusión que tienden a ser de sensibilidad neoliberal. Veamos ahora los datos.
Pero antes, es importante conocer el debate que hubo entre el presidente del gobierno socialdemócrata, el canciller Schröder y su ministro de Economía, Oskar Lafontaine, un debate de gran relevancia no sólo para Alemania, sino para el resto de la Eurozona y la Unión Europea (UE). Schröder dio toda prioridad en su política económica a estimular la economía a base de acentuar las exportaciones, lo cual significó una gran concentración de euros en Alemania, que se emplearon en comprar deuda pública de los países PIIGS y también en prestarlo a las bancas privadas de tales países (Grecia, Portugal, Irlanda, España e Italia), la suma de cuyos déficits comerciales es igual al superávit de Alemania.
Esta gran acumulación de euros la consiguió Schröder a base de reducir el porcentaje del valor producido (por la elevada productividad) que iba al mundo del trabajo, a costa de aumentar el porcentaje que iba al capital (es decir, al mundo empresarial de la banca y de las empresas exportadoras). Una condición para que Schröder pudiera conseguir esta situación fue el debilitamiento del mundo del trabajo, consecuencia de la aplicación de las medidas neoliberales del canciller Schröder (tal como también ha estado haciendo el gobierno Zapatero y que, sin ninguna duda, continuará haciendo el gobierno Rajoy). Un resultado de ello es que en Alemania se han perdido 2.1 millones de empleos a tiempo completo, siendo sustituidos por 1.1 nuevos puestos a tiempo parcial, medio millón de autónomos y otro medio millón de trabajos temporales. Es cierto que el desempleo es relativamente bajo, 7,1% (en comparación con el promedio de la UE-15) pero ello no se debe a las reformas de Schröder, sino al sistema de cogestión (en el que los trabajadores en las empresas participan en la gestión de las empresas) que facilita la retención de puestos de trabajo a base de reducir las horas de trabajo, transformando trabajo a pleno empleo en trabajo parcial o temporal. Resultado del debilitamiento del mundo del trabajo se ha conseguido reducir los salarios y la protección social. Alemania ni tiene salario mínimo y millones de alemanes tienen salarios de 400 euros al mes, la solución propuesta por la gran patronal española. El porcentaje de trabajadores pobres creció de un 15% en 1998 a un 22% en 2005.
No existe plena conciencia en los círculos mediáticos y políticos de la Unión Europea lo erróneo que es definir el modelo alemán, basado en las exportaciones, como modélico. El politólogo y economista alemán Fabian Linder ha escrito extensamente señalando el escaso éxito de tal modelo (ver “Following Germany’s Lead to Economic Disaster”). El crecimiento económico alemán ha sido muy bajo y lento, debido a una escasa demanda doméstica, resultado del descenso muy notable de los salarios reales ocurrido como consecuencia de las medidas llevadas a cabo por Schröder y continuadas por Angela Merkel.
Schröder ganó aquel debate y Lafontaine perdió y, con él, la clase trabajadora alemana y las clases populares de los países de la UE. Lafontaine quiso basar el estímulo económico de Alemania en el crecimiento de la demanda doméstica, redistribuyendo el crecimiento del producto (producido por la elevada productividad) en dirección de los trabajadores. Con ello las importaciones habrían aumentado y las exportaciones habrían descendido, estimulando así las economías de los otros países de la Eurozona. En su lugar, el modelo Schröder, continuado con Merkel, quiere exportarse a todos los países, lo cual es imposible, pues la disminución de la demanda doméstica de todos los países está conduciendo a la Gran Recesión y Depresión, incluida Alemania.
En realidad, lo que estamos viendo es una alianza de clases entre la banca (y la gran patronal) en España y la de los países periféricos, en contra de los intereses de las clases populares alemanas y las de los otros países. Es, como bien ha dicho Jeff Faux, fundador de Economic Policy Institute, de Washington D.C., “la exitosa lucha de clases a nivel internacional”. Y ahí está el problema. El diseño del euro y de la Eurozona estaba orientado para que ocurriera lo que está ocurriendo. Al impedírsele a un país que pudiera devaluar su moneda, éste se vio en la necesidad de devaluar sus salarios y debilitar su protección social. Éstas eran las dos alternativas que siempre se presentaban como las dos únicas posibles. Pero hay otra, y es la respuesta colectiva a base de estimular la economía mediante políticas expansivas, tanto de subidas de salarios como de aumento del gasto público, mejorando la infraestructura física y social del país, tal como ocurrió con el New Deal en EEUU y con el Plan Marshall en Europa después de la II Guerra Mundial, y tal como también proponía Oskar Lafontaine para Alemania y para la Unión Europea. El hecho de que este último perdiera en aquel conflicto fue una gran oportunidad perdida para Alemania y para todos. Y algo semejante ha ocurrido con el gobierno Zapatero. Sería de desear que el PSOE en su necesaria autocrítica del gobierno Zapatero fuera consciente de ello. Ni que decir tiene que tal gobierno hizo reformas positivas y algunas de ellas muy positivas. Pero, su talón de Aquiles fue su política económica que fue de clara orientación neoliberal y que debiera cambiarse profundamente, con un cambio de personal que dudo que se realice. Hasta ahora no ha habido ningún asomo de crítica de tales políticas.
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