Alberto Garzón Espinosa
Los planes de ajuste impuestos por la Unión Europea, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Central Europeo -denominados conjuntamente “la troika”- están fracasando estrepitosamente, y Grecia ha dicho que de momento va a suspender las conversaciones con estos rescatadores que tan malos consejos dan. Es normal, necesario y digno de elogio. Por fin.
Los planes de ajuste tienen como objetivo oficial reducir el gasto público para reducir el déficit y así poder garantizar el pago de la deuda. Pero lo que muchos economistas decimos desde hace mucho tiempo -tanto que es el mismo debate que en los años treinta del siglo pasado- es que si reduces el gasto público y promueves la moderación salarial (o la rebaja salarial) estás anulando los componentes que estimulan el crecimiento económico. Y sin crecimiento económico no hay ingresos estatales, de modo que el Estado deja de gastar pero también deja de ingresar. Y eso nos deja en el mismo punto: misma relación ingresos-gastos, y con incluso mayor necesidad de endeudamiento.
Grecia ha reconocido que, en efecto, el resultado de aplicar los planes de ajuste (severos recortes de gasto público, privatizaciones, moderación salarial, etc.) ha sido recaudar 1.900 millones de euros menos y gastar 2.700 millones de euros más. Eso no recorta el déficit, lógicamente, sino que lo incrementa. Además, al déficit primario hay que sumarle la creciente suma de pagos que ha de acometer el país para ir pagando los intereses de una deuda que no tiene visos de dejar de aumentar. Ante esto, la “troika” ha pedido una vuelta de tuerca más: más recortes, más privatizaciones, más ajuste en definitiva. Y Grecia ha dicho que paren, que se baja.
En realidad la troika sabe perfectamente que esos planes de ajuste no iban a funcionar precisamente porque deprimen el crecimiento económico. Pero lo que la troika no quiere admitir es que lo que se necesita ahora es una Unión Europea más fuerte, solidaria y con un fuerte componente público (que permita estimular el crecimiento), entre otras cosas. Por eso la troika impone su ortodoxia y acude a rescatar a Grecia con préstamos condicionales y a tipos de interés cercanos al 5%. Nada que ver, claro está, con los rescates bancarios consistentes en préstamos al 1% y sin condiciones algunas. Doble vara de medir que es a todas luces inadmisible.
Pero, ¿por qué entonces le interesa a la troika mantener los planes de ajuste? Por dos motivos, y ambos se resumen en uno: transferencia de dinero de manos públicas a manos privadas.
El primer punto es fácil de ver. Como Grecia está endeudada con bancos privados alemanes y franceses el problema lo tienen en realidad estos mismos acreedores, es decir, los bancos que prestaron dinero a Grecia y ahora no saben si verán su dinero de vuelta. Por esa razón la troika acomete rescates: le da dinero a Grecia para que Grecia pueda seguir pagando a los bancos alemanes y franceses. Los bancos siguen cobrando y así el sistema bancario vuelve a salvar otra crisis. Por lo tanto, no es un rescate al país sino a los bancos extranjeros.
El segundo punto es más interesante. Además de rescatar a los bancos extranjeros, la troika impone condiciones al país para que cambie su configuración económica a una con menos sector público y con salarios más reducidos. Los grandes beneficiarios de eso son, de hecho, los agentes privados. Con menos sector público lo que tenemos es más sector privado, aunque ni siquiera directamente*. Con el Estado dispuesto a no pagar más colegios u hospitales públicos al final aparecerán empresas privadas que querrán hacer negocio satisfaciendo esa demanda que el Estado ya no cubre. Y con moderaciones salariales los empresarios podrán ver sus tasas de ganancia recuperadas, al menos a priori.
Si todo saliera bien al final, el huracán de la troika dejaría un país muy distinto y sobre todo con mucho menos poder estatal. De ahí que se considere que todo esto es una “estrategia neoliberal”, acometida para satisfacer a las grandes fortunas, grandes empresas y bancos.
Y ahora, ¿qué?
Es imposible predecirlo, pero parece improbable que Grecia siga pasando por el aro mucho más tiempo. Ha reconocido que su crecimiento será del -5%, y eso significa que hay crisis para largo. De ahí que no quiera seguir aplicando esa receta de la troika que más bien parece veneno. Está en un punto muerto y sufriendo en sus propias carnes los mismos efectos que padecieron los países de América Latina en la década de los noventa, cuando aplicaron las políticas del Fondo Monetario Internacional y eso les llevó a lo que hoy se considera “su década perdida“.
Lo que parece más que probable es que habrá una reestructuración de la deuda. Eso significa que muchos contratos de préstamo entre Grecia y los países y bancos acreedores no serán cumplidos, es decir, que mucha gente -no gente normal, de todas formas, sino sobre todo grandes bancos extranjeros- no verá de vuelta su dinero. Pero no existe un protocolo para los impagos de la deuda, de forma que puede acometerse la reestructuración de muchas formas. Pueden pagarse las deudas pero a menor tipo de interés, pueden pagarse sólo determinadas deudas o incluso puede no pagarse ninguna.
Sin embargo los últimos movimientos sugieren que puede ser la propia troika la que promueva la reestructuración de la deuda. Dado que la carga de la deuda es demasiado elevada, la troika puede instar a Grecia a reestructurar primero la deuda que tiene con ella, es decir, con sus rescatadores públicos. Así, estaría perdonando parte o la totalidad de la deuda contraída entre Grecia y la troika, permitiendo así que los bancos extranjeros sigan cobrando sus deudas. En definitiva, se trata de un aligeramiento de la carga de la deuda.
Otra opción es que se convoque el Club de Londres, un foro de negociación en el que los acreedores privados se reúnen para acordar una reestructuración lo más favorable posible para los intereses de los que prestaron el dinero y saben que en las condiciones actuales no lo van a cobrar. Normalmente es el banco al que más dinero se le debe el que convoca la reunión. En ese caso las autoridades griegas y los propietarios de los grandes bancos se reunirían para acordar los términos de la reestructuración. En este tipo de casos lo que se suele acordar es un alargamiento del plazo de vencimiento, una rebaja de los intereses y un período de carencia. Es otra forma de aligerar la carga de la deuda.
Otra opción es la vía judicial. Grecia puede declarar unilateralmente la reestructuración de su deuda, y dejar de pagar a los acreedores en los términos que al país le parezca más adecuado. En ese caso los acreedores acuden a los juzgados internacionales con objeto de demandar al país por incumplimiento de contrato. Por esa razón, por ejemplo, Finlandia ha propuesto que las acciones de las empresas públicas y otros activos nacionales griegos sean jurídicamente propiedad de un holding (conjunto de empresas o fondos de inversión) que tenga sede en un paraíso fiscal, Luxemburgo. De esta forma se asegura que en caso de impago los acreedores privados puedan apropiarse de la titularidad legal de las empresas públicas griegas y otros bienes nacionales. Los acreedores se están anticipando a un impago y quieren garantizar formas de cobrar lo máximo posible.
Es lógico desde el punto de vista del acreedor. Hacer un juicio es muy costoso y requiere tiempo, y no hay garantías de ver el dinero de vuelta. Por eso todavía hay juicios a países soberanos como Argentina o Cuba, por impagos de deuda o expropiaciones, que son llevados a cabo por empresas privadas. Y dado que los juicios son costosos, a veces aparecen los hedge funds (que, como explicamos aquí, son como ratas especuladoras -y estoy siendo amable) y compran todas las deudas que tienen los acreedores. Una vez unifican las deudas usan todo el potencial económico que tienen, y que no es poco, para enjuiciar a un país entero y forzarle a pagar. Contratan a los mejores abogados, y destinan millones de recursos económicos y humanos a cobrar las deudas. Pasó en Perú con el hedge fund Elliot Associates, y pasó en Zambia con el hedge fund Donegal Iternational.
El riesgo del impago
Para Grecia el riesgo de impago es que le costará volver a pedir prestado, así que está en una tesitura tal que lo que más le conviene es no pagar nada de deuda. Reducir su carga al máximo. Y luego tendría que acometer una reforma estructural inmensa que conllevara una reforma fiscal (para recaudar ingresos, especialmente de las clases altas) y una reestructuración productiva. Todo ello probablemente implica la salida del euro, que es una camisa de fuerzas que impide la devaluación de la moneda. Un proceso lento, costoso y que se enfrentará a la ortodoxia económica más aberrante, pero precisamente en el corazón de la propia ortodoxia.
Para los acreedores y el resto del mundo el impago puede ser brutal también. Aunque Grecia es un país pequeño lo cierto es que el impago llevará a muchos bancos a declarar millones de euros en pérdidas. Eso puede hacer tambalear a más de algún banco, y sobre todo hará retumbar el mercardo interbancario (donde se prestan dinero entre sí los bancos). Dejarán de prestarse dinero, o lo harán mucho más caro, y la recesión se agudizará en toda Europa.
Además hay que sumar a los agentes privados que están especulando en el mercado de CDS (que explicamos aquí) y que en caso de impago va a estallar por completo. La crisis de Lehman Brothers puede ser cosa de niños al lado de un estallido semejante, porque hedge funds, bancos y grandes empresas tendrán que anotarse pérdidas inmensas que los llevarán a la quiebra.
Qué problemas enfrentará la troika
El Banco Central Europeo está abandonando la ortodoxia a marchas forzadas, y los acontecimientos van a precipitar que se salga por completo. En caso de impago el BCE va a tener que saltarse todas sus normas internas y ponerse a imprimir dinero y a promover políticas radicalmente distintas a las que está haciendo. Probablemente un proceso inflacionario importante sirva para apagar el fuego de las deudas privadas (a costa, claro, de los acreedores). Y los bancos tienen un futuro espantoso, sea cual sea el transcurrir de los acontecimientos, así que habrá que ponerse a nacionalizar bancos.
Si la troika quiere salvar los muebles deberá caminar, lo antes posible, hacia una Unión Europea con políticas fiscales comunes. Y con un sistema fiscal altamente progresivo (impuestos a las clases altas y a las grandes empresas), con prohibición de los paraísos fiscales y con decisión frente al fraude fiscal. Y luego con un plan de estímulo económico público muy fuerte dedicado a recuperar el crecimiento de la economía europea, unido a un plan de coordinación salarial para reducir los desequilibrios comerciales intraeuropeos. Europa debe ser un espacio autosuficiente en materia financiera y además es un espacio perfecto para crecer basándose en el mercado interno. Todo ello conlleva asumir un proyecto político progresista y solidario que mucho me temo será imposible sin una fuerza social suficiente que lo apoye.
ALGUNOS COMENTARIOS SOBRE GRECIA Y EL POSIBLE IMPAGO
Etiquetas: deuda, grecia, Unión Europea | author: jose luis ochoaPosts Relacionados:
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