Carne Cruda 168
Cayo Lara se dirige al presidente del gobierno en la última sesión de control. Rajoy se refugia en sus papeles como un ratón en su madriguera pues ya sabe la pregunta y tiene escrita su respuesta. El coordinador general de Izquierda Unida le pide su parecer sobre el informe de la Red Europea de Exclusión y Pobreza, órgano consultivo del Consejo de Europa, que acaba de publicar que en España hay un 27%, 13 millones de personas excluidas, 5 en exclusión severa.
Lara le recuerda que somos el segundo país europeo en pobreza infantil, que hay 9 millones en situación de pobreza energética, 80 mil parados más en enero, 200 mil cotizantes menos y un tercio con sueldos de calderilla. “Esta es la España real”, le dice mientras le enseña una camiseta en contra del ERE de 200 personas que prepara la empresa valenciana Bosal. Cayo se la acerca hasta su escaño y vuelve para escuchar la respuesta. Rajoy, puesto en pie, empieza: “Me pinta usted un país que no conozco, señor Lara”.
Lo que nos temíamos. El presidente no conoce el país en el que vive. No vive en el país que vivimos nosotros. Niega la mayor porque él vive en un país que se parece más a Suiza que a España. Como el PP gallego, el de su tierra, que el martes se negó a admitir una propuesta de ley del BNG para proteger a las familias en “pobreza energética”. Rechazaron incluso el término. Prefirieron llamarlos “consumidores vulnerables”. Como si en lugar de un parlamento, aquello fuera Endesa. Consumidores, clientes: no ciudadanos. No pobres: vulnerables. Vulnerable es el que puede ser herido. Pobre el que ya lo está. Pero en España no hay pobres, no hay heridos. No en la España del PP.
Dejemos de intentar explicarles cómo las pasan putas los excluidos, la escoria, los de la mugre, la costra. Son otro país que no es el suyo. No son su patria. Su patria es la de los invulnerables, los intocables, los privilegiados, los del despachazo, el sueldo nescafé y el coche oficial con los cristales tintados para no ver lo que ocurre fuera y para que nadie vea al que va dentro, en su país burbuja donde no hace frío y el único viento que sopla es el aire caliente que el chófer ha puesto a todo trapo.
Su patria es la del nuevo rey que se baja el sueldo para ganarse el aplauso de los vasallos aunque en realidad ha repartido el dinero sobrante entre el resto de partidas de Casa. Su patria es la de los viejos reyes que siguen recibiendo cada uno un sueldo de seis cifras al año aunque no tienen otra cosa que hacer que ir a ver a su hija y a su yerno que se esconden en Ginebra, claro: es la única patria que reconocen. Su patria es la Lista Falciani que Zapatero regularizó y la lista de evasores a los que ha amnistiado Montoro, el ministro que presume de tener una lista de listillos de aquí a Urano a los que, sin embargo, no persigue como debe porque está más ocupado en amenazar a periodistas, actores y Monederos.
Su patria es la de los que tienen cuenta en Suiza a salvo de los pobres, la de quienes se llevaban el dinero fuera para no contribuir mientras los demás pagábamos hospitales, escuelas, obras públicas y tapábamos los agujeros del hundimiento de todo. Hasta que no pudimos taparlos y nos fuimos al carajo. Yo sí que no conozco este país -lo están dejando tan desfigurado que está irreconocible- ni conozco el país del que me habla el presidente en sus psicotrópicas ensoñaciones de recuperación que no consigo ver ni aunque me ponga hasta arriba de porros.
Ni colocado imagino a Rajoy con la camiseta de Bosal que le regaló Cayo Lara. Se la habrá dado a un asistente para que se deshaga de ella. Estará en algún cubo de la basura. Junto al país que el presidente dice desconocer.
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