Yanis Varoufakis: "GRECIA NO QUIERE ABANDONAR EL EURO NI AMENAZAR CON HACERLO"

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Versión original en inglés publicada en openDemocracy.

Yanis Varoufakis, catedrático de Economía de la Universidad de Atenas, es internacionalmente reconocido como una de las voces más respetadas en la ardua tarea de impulsar cambios en la política económica europea que se viene desarrollando en los últimos años. Desde el estallido de la crisis del euro, Varoufakis ha llevado sus habilidades pedagógicas del aula a los principales medios de comunicación del mundo para promover una forma diferente de manejar los problemas que Europa enfrenta. Desde la crítica ferviente a los programas de rescate a Grecia, que él describe como «cínicos intentos de transferir las pérdidas de los bancos a los contribuyentes más débiles en Europa», hasta escribir “Una modesta proposición“, su manual de directrices económicas orientadas a la superación de la crisis del euro.

«Europa necesita una sacudida», sentenció Varoufakis la primavera pasada al apoyar públicamente la candidatura de Alexis Tsipras, líder la Coalición de la Izquierda Radical (SYRIZA), a la presidencia de la Comisión Europea. Hace unos días, el tenaz profesor anunció que había llegado la hora de unirse al grupo de ciudadanos griegos dispuestos a desencadenar esa sacudida: Yanis Varoufakis es oficialmente candidato a un escaño en el Parlamento griego bajo la bandera del partido SYRIZA, «con la mirada puesta en desempeñar un papel relevante en las negociaciones de Grecia con Berlín, Frankfurt y Bruselas».

Solo vale la victoria

El actual capítulo de la crisis política griega comenzó a escribirse el mes pasado, cuando el primer ministro, Antonis Samarás, se vio obligado a convocar elecciones anticipadas después de no poder obtener una mayoría parlamentaria que le permitiera nombrar a su candidato a la jefatura del Estado.

Samarás se encontraba entre la espada y la pared, ya que tenía que conciliar las demandas de la troika (la tríada de vigilantes compuesta por la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional) para mantener su apoyo financiero al país, con la frágil coalición de gobierno que lo sostenía en el poder. Precipitar un proceso que daría lugar a elecciones anticipadas a 18 meses del fin de la legislatura supuso una apuesta política arriesgada por su parte.

Nueva Democracia, el partido de Samarás, parece estar jugándose la vuelta al poder al pasarle la “patata caliente” a SYRIZA, el partido que ha irrumpido con fuerza en la arena política del país, pero que enfrenta grandes dificultades para sellar alianzas políticas y muchos enemigos a vencer antes de llegar a gobernar y de ahí a cambiar el statu quo del país en Europa.

Si la apuesta le sale bien a Samarás, se podría producir la sumisión definitiva de Grecia a favor de lo que Varoufakis denomina como «poderes fácticos» europeos.

¿Reconoce la posibilidad de semejante eventualidad? «Absolutamente», advierte Varoufakis.«Cuando la gente buena no logra vencer a las fuerzas malignas éstas siempre regresan de manera triunfal. ¡Así que más nos vale tener éxito!»

Para Varoufakis, en las elecciones del próximo 25 de enero está en juego nada menos que «la integridad de Europa, el delicado tejido de la democracia, la posibilidad de evitar la aparición de los fenómenos acaecidos después de 1930 y la oportunidad de recuperar nuestro continente como lugar de prosperidad compartida».

Negociar duro con los que mandan en Europa

Entonces, ¿qué hace que este profesor griego piense que puede navegar desde las relativamente tranquilas aguas del mundo académico, los think tanks y las pantallas de los medios de comunicación a los pasillos del poder y el juego rudo de la política europea y tener éxito? «¡Nada!» contesta, «no hay garantías de éxito».

Varoufakis aceptó la oferta de Alexis Tsipras de participar en política por una cuestión de responsabilidad. Entendía que no tenía derecho a rechazar la oferta. «Cuando el líder de un partido político a punto de gobernar te ofrece la oportunidad de poner en práctica políticas que has venido defendiendo desde hace años», explica el académico, «es pura cobardía eludir el reto. ¿Voy a tener éxito? Solo lo sabré si lo intento».

La mera posibilidad de que SYRIZA gane las elecciones (todas las encuestas indican que tal será el caso, aunque la capacidad de esta formación de obtener el respaldo necesario para formar gobierno es una incógnita), ha generado una importante cascada de reacciones fuera del país. La mayoría de ellas no han sido alentadoras, y es factible que Varoufakis pueda verse llamando a las puertas de organismos muy hostiles y sin demasiado ánimo para negociar nada con él.

Inmediatamente después de que Samarás disolviera el Parlamento y fijara la fecha de las próximas elecciones, el FMI decidió suspender la ayuda financiera a Grecia hasta después de que los griegos acudieran a las urnas. Un hecho que ha sido interpretado como un posicionamiento duro, injusto y antidemocrático de la institución en contra de SYRIZA, así como una advertencia clara para el pueblo heleno en cuanto a lo que está por venir en caso de que voten por el partido ‘equivocado’.

Puede ser que el FMI simplemente esté siendo cauteloso ante la posibilidad de tener que vérselas con un gobierno formado por un partido que ya anunció su intención de revisar los compromisos financieros de Grecia. En cualquier caso, el FMI es una de las instituciones con las que el profesor de Economía se tendrá que medir en caso de que logre representar a su país para negociar la ansiada restructuración de deuda griega.

«El FMI presenta una mezcla muy extraña hoy en día», dice Varoufakis. «Por un lado, están presionando para imponer medidas neoliberales vanas a las que llaman ‘reformas’ como si no hubiera un mañana. Por otro, reconocen que Grecia ha sido demolida por la insistencia de los europeos en que lo primero que hay que hacer es aplicar enormes préstamos condicionados a duras políticas de austeridad y luego, mucho más tarde y a cuentagotas, llevar a cabo una reestructuración de deuda minimalista».

Un posible evento crediticio en Grecia afectaría principalmente a entidades públicas que ostentan la mayor parte de la deuda; es decir, el FMI, el BCE, la UE y algunos bancos centrales. ¿Representa esto una ventaja para avanzar hacia un proceso de reestructuración de deuda? «Definitivamente», afirma Varoufakis.

«Un gobierno liderado por SYRIZA no tocará a los acreedores privados. Después de todo, tienen menos del 20% de nuestra deuda. No tiene sentido abrir un frente en contra de ellos con todas las consecuencias jurídicas que eso acarrearía. El hecho de que la mayor parte de la deuda esté en manos del sector oficial significa que, si existe la voluntad política, el acuerdo de reestructuración puede ser alcanzado en una sola jornada».

Otra reacción inmediata a la situación política actual en Grecia llegó desde Alemania. Berlín se apresuró a desestimar las ramificaciones de una nueva crisis en la zona euro derivada de Grecia al sugerir que el país no es sistémico para la unión monetaria y que su riesgo potencial para la moneda única es prácticamente nulo.

A pesar de los matices que Berlín hizo algunos días después, transmitiendo tranquilidad y su deseo de que Grecia continuase en la union monetaria, e incluso mostró su disposición a hablar sobre el asunto de la deuda (después de las elecciones), parece claro, al menos en apariencia, que Alemania sigue siendo reacia a permitir cualquier desafío a la narrativa de austeridad como prescripción obligatoria para la superación de los problemas de la zona del euro; incluso si esto significa dejar caer a Grecia.

Sin embargo, Varoufakis no está del todo convencido de esta lectura de una inflexible postura alemana: «Los funcionarios alemanes siempre ladran más fuerte de lo que muerden».
«La señora Merkel es una política muy hábil y altamente pragmática. En el momento en que note que la marea está cambiando lejos de ella, ella también cambia con la marea. Nuestra tarea debe ser triple, a fin de minimizar los conflictos y maximizar las posibilidades de un acuerdo mutuamente beneficioso: en primer lugar, debemos asegurarnos de que los cambios en el ‘programa griego’ sean lo suficientemente grandes como para que sean significativos en el sentido de hacer que Grecia se vuelva sostenible. En segundo lugar, debemos ofrecer a la señora Merkel una forma de envolver el nuevo acuerdo para que ella pueda venderlo a sus parlamentarios. En tercer lugar, debemos asegurarnos de que cualquier cambio terapéutico aplicado al programa griego no se limite a Grecia, sino que se extienda a todo el continente para permitir que éste escape de su crisis eterna».

Según Varoufakis, esta vez Grecia se encuentra en mejor posición para cambiar la mentalidad de Berlín debido a «la cruda realidad de que los acuerdos actuales no son viables, las medidas acordadas no son implementables y que la realidad ha superado los planes de Berlín para la estabilización de Grecia, así como para el resto de la periferia (incluida Francia)».

Un aliado español

El homólogo de SYRIZA en España es Podemos, un nuevo partido político de izquierdas que este mes apenas cumple un año desde su fundación, pero que actualmente encabeza todas las encuestas de cara a las elecciones generales previstas para finales de 2015. La afinidad entre SYRIZA y Podemos se constata en las recientes demostraciones públicas de apoyo mutuo y de estrecha relación entre Alexis Tsipras y Pablo Iglesias, el líder de Podemos, en mítines políticos de uno y otro en Atenas y en Madrid. Así, no es de extrañar que los partidos tradicionales de España, que miran incrédulos el meteórico ascenso de Podemos, aguarden con impaciencia un naufragio político en Grecia con SYRIZA timoneándolo.

No cabe duda del carácter sistémico de España en la Unión Monetaria. ¿Hay posibilidad de una alianza SYRIZA – Podemos para aumentar la puja en Bruselas y Berlín? Varoufakis calcula que sí.

«Esta alianza, que surgió de la crisis común que nuestros países han sufrido, representa la gran esperanza para Europa. Espero que la democracia europea puede ser salvada de las fuerzas destructivas de la deuda-deflación y el autoritarismo burocrático que pisa sobre sus huellas».

Precisamente debido a la posibilidad de un ‘contagio’ de movimientos como el de SYRIZA y Podemos a la periferia, aquella actitud de “aplastar a los griegos” que el exsecretario del Tesoro estadounidense Tim Geithner tan gráficamente describió en su relato sobre sus reuniones con autoridades europeas en 2010 podría convertirse en una realidad: poner de ejemplo a Grecia ante los ojos de, por decir, los votantes españoles. ¿No advierte esa posibilidad? «Sí, pero, ¿qué debemos hacer?», se pregunta Varoufakis.

«¿Queremos vivir en una Unión Europea que ve cómo su fin hace añicos a naciones orgullosas con el fin de mantener a otras en un frágil estado de terror? Nos hemos enfrentado a estos dilemas antes y respondimos magníficamente. Debemos hacerlo de nuevo».
Sin carta “grexit” bajo la manga

Las encuestas siguen diciendo que los griegos desean mantener el euro como moneda. Es difícil imaginar a SYRIZA negociando duro en Bruselas sin que la salida de ésta del sistema euro no suponga una amenaza real. ¿Podemos descartar por completo que Grecia abandone de manera voluntaria la Unión Monetaria Europea? Según Varoufakis, es el caso, pues dicha amenaza no representa as alguno bajo su manga.

«Si está en mi poder decidirlo», explica, «Grecia no quiere abandonar el euro ni amenazar con hacerlo. No deberíamos haber entrado en el euro, esto está muy claro, pero una vez dentro sería desastroso salir voluntariamente».

No obstante, Varoufakis matiza que la pertenencia de su país al sistema euro no es a cualquier precio: «Esto no significa que debamos agachar la cabeza y hacer lo que nos dicen por temor a ser expulsados. No, debemos vetar políticas inhumanas dentro del euro, exigir la reestructuración de la deuda dentro del euro y nunca darles la oportunidad de afirmar que decidimos abandonar el euro de manera voluntaria. Si ellos quieren que nos vayamos, deben echarnos sin nuestra ayuda. Al hacerlo, eso sí, tirarán abajo sus propias casas…»

La zona euro está moribunda

Durante el momento álgido de la crisis griega en 2011 que llevó a la caída del gobierno de George Papandreou, Varoufakis me dijo que si alguien tenía la opción de abandonar el euro era Alemania. Su valoración en aquel momento fue: «Si Berlín llega a la conclusión de que quiere ‘salirse’ del euro, saldrá por sí mismo antes de darle luz verde a Atenas para que lo abandone». ¿Todavía mantiene esa valoración? «Sí. De hecho, esa valoración se ha vuelto aún más pertinente hoy. Los rendimiento de los bonos soberanos pueden haber colapsado desde entonces. Pero esto es así porque la crisis emigró de los mercados de bonos a la economía real y tomó la forma de una deflación viciosa que hace insostenibles a países como Italia.

«La zona euro se encuentra en un estado muy avanzado de descomposición y a menos que hagamos algo rápidamente, puede ser demasiado tarde».

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