Desigualdad y crisis
Son ya 4 años los que arrastramos de crisis económica. Desaceleración, recesión, recaída son conceptos a los que nos hemos habituado pero a los que no todos nos enfrentamos de igual manera. Cada más latentes son las crecientes disparidades de la sociedad en la que vivimos y que nos hacen plantearnos ciertas preguntas ¿Estas desigualdades son recientes? o ¿Ya existían y la crisis sólo ha venido a agravarlas? ¿Alguna vez fuimos un país igualitario? ¿Qué va primero y qué causa qué? ¿Crisis o desigualdad?
En realidad nos encontramos ante un círculo vicioso, más desigualdad, produce la crisis, y ésta a su vez revierte en una mayor desigualdad. Según las últimas estadísticas, se ha producido un aumento de la desigualdad en la Unión Europea, especialmente a partir del estallido de la crisis económica internacional. Pero al analizar el efecto de la crisis sobre la desigualdad de la renta en los distintos países de Europa, salen a la luz diferentes comportamientos que se deben a elementos concretos de cada uno.
Puede apreciarse que en países como Reino Unido, la desigualdad ha aumentado, mientras que en otros como Alemania han logrado reducirla. Centrándonos en el caso de los países del sur de Europa, vemos cómo han logrado reducir su desigualdad (Grecia, Irlanda y Portugal) con la notable excepción de España. Donde se han dado los mayores incrementos en la desigualdad de la distribución de la renta, superando en la actualidad a países como Grecia o Reino Unido.
La particularidad del caso español se debe a la estrecha relación entre desempleo y desigualdad de la renta que se da en su economía. La masiva destrucción de puestos de trabajo que ha sufrido la economía española viene determinada por la configuración de su modelo productivo, y en particular, de su mercado de trabajo. En este punto entraremos a fondo en las particularidades del caso español y el porqué de tan comprometida evolución.
Gráficos sobre desigualdad:
Fuente: Eurostat
Fuente: Eurostat
Particularidades en España
En el caso concreto de España, la desigualdad se ha ido reduciendo desde mediados de los años ochenta a excepción de la crisis de principios de los noventa. Aunque esta tendencia, medida en términos de Gini, ha mantenido valores por encima de la media Europa; lo más característico del caso español es el modelo de crecimiento que ha mantenido previamente a la crisis.
Las políticas de corte neoliberal fueron la regla aplicada por España y que han ido intensificándose desde la crisis de principios de los noventa y, más aún, con la actual. Previamente a la crisis que comenzaba en 2007, España se encontraba en una posición delicada y necesitaba un giro estructural de su economía. El crecimiento experimentado previo estaba sustentado por la burbuja inmobiliaria que no paraba de crecer y por el aumento del endeudamiento de familias y empresas.
Así, la situación se presentaba peligrosa: según se crecía, España se hacía más vulnerable.
Dicha bonanza económica nada tenía que ver con una mayor productividad (que se mantenía estancada); al contrario, se estaba asumiendo un riesgo altísimo. Incluso, sin la crisis, la situación hubiera explotado por otro lado: recesión provocada por el estallido de la burbuja. Provocando alto desempleo en el sector de la construcción no absorbido por otros, falta de demanda inmobiliaria y bajada de precios que impediría el pago de las deudas contraídas, etc.
Las características que presenta el modelo de crecimiento en España en las dos últimas décadas son:
- Flexibilización del mercado de trabajo: Frente al problema conocido de la competitividad española en el mercado exterior se introdujeron medidas en el mercado laboral orientadas a la flexibilidad: mayor facilidad de despido, proliferación del número de empresas de trabajo temporal e introducción de nuevas formas de contratación. Estas medidas junto a una situación de crecimiento económico mejoraron la creación de empleo, pero provocaron efectos de carácter muy negativo. Aumentaron las tasas de temporalidad que disminuyen la seguridad del trabajador, la creación del empleo se concentro en el sector inmobiliario (el más afectado posteriormente por el estallido de la burbuja), proliferaron modalidades de contratación precarias y se degradaron considerablemente las condiciones laborales. Durante el periodo, la tasa de creación de empleo era menor al crecimiento de la tasa de población activa, siendo un importante mecanismo de contención salarial. Las medidas se sitúan bajo la lógica del crecimiento de la economía, estableciendo un nuevo orden en el que se jerarquizan los objetivos del crecimiento económico a los del trabajo. Los requerimientos del ámbito laboral: de la relación existente entre el mercado de trabajo y el crecimiento económico se hace derivar la necesaria adaptabilidad del primero al segundo.
- Reforma fiscal: Las reformas fueron encaminadas a dar un tratamiento cada vez más beneficioso a las rentas del capital y de las grandes empresas, haciendo recaer la mayor parte de la financiación de los gastos del Estado en las rentas del trabajo e impuestos indirectos. Diversos impuestos directos como los Impuestos de Sucesiones y Donaciones y al Capital fueron en esta línea. Quizás el caso más escandaloso de beneficio fiscal a las grandes fortunas fue la implantación de la figura de las SICAV, por la que ciertas rentas de capital tributan a tipos fijos mínimos.
- Privatizaciones de empresas públicas: Aumento de la privatización de empresas estatales susceptibles de obtener alta rentabilidad. Estas empresas representaban un atractivo negocio, ya que eran empresas de servicios públicos que operaban en régimen de monopolio. Dichos monopolios públicos pasaron a ser privados, lo cual tuvo costes para la población: se dieron numerosos recortes de plantillas, a la vez que se incrementaron los precios de las tarifas; con lo cual, se dio una disminución del poder adquisitivo de las clases medias y bajas de la sociedad.
- Políticas de estabilidad presupuestaria: Centradas en la reducción del déficit y la deuda pública para cumplir con los requisitos de convergencia necesarios para la adopción del Euro, que hicieron imposible la ampliación del gasto dedicado a partidas sociales. Factor que en última instancia aumenta las disparidades de la distribución de la renta. El dinero obtenido de las privatizaciones de empresas públicas se utilizó para amortizar la deuda estatal, en vez de realizar inversiones productivas.
- La construcción: Fue el sector protagonista que tiró de la economía durante este período. Este sector poseía unas características especiales; por un lado, es un sector poco productivo, intensivo en mano de obra y muy vinculado al sector público. Dicha vinculación en España se dio en 2 sentidos: por un lado, la construcción residencial se basaba en la recalificación de terrenos rústicos a urbanizables por parte de ayuntamientos y corporaciones locales como vía de aumentar sus ingresos; por otro lado, la construcción de infraestructuras se debió, en gran parte, a fondos recibidos desde la UE.
- Laxitud bancaria: La banca fue la otra gran protagonista de este período. En un contexto de bajos tipos de interés y con una burbuja especulativa en el mercado inmobiliario, facilitó la concesión de créditos a familias y empresas, en una forma poco exigente en cuanto a garantías se refiere.
- Euro: La entrada de España en la unión monetaria consolida aun más el modelo productivo español dependiente y poco competitivo. Esto se ve reflejado en una balanza comercial crecientemente deficitaria. Dicho déficit se financia con la entrada de inversiones, sobre todo en el sector turístico residencial, lo que refuerza y amplia la burbuja inmobiliaria.
En síntesis, en España se dio un modelo de crecimiento económico extensivo que se basaba en incorporar mucha mano de obra barata, al mismo tiempo que se recortaban distintos mecanismos de redistribución de la renta y riqueza. A la vez, se daba un fuerte proceso especulativo en las viviendas residenciales alimentado por los bajos tipos de interés, facilidades que daba la banca y las irresponsables actuaciones de los poderes públicos. Este modelo, aunque permitió un importante crecimiento del PIB durante más de una década, lo hizo a costa de incrementar la desigualdad de la renta y riqueza. Pero esta situación no fue perceptible por el conjunto de la sociedad mientras duró la bonanza económica. Con la llegada de la crisis, se hizo evidente que dicho modelo de acumulación era insostenible al estar asentado en una burbuja especulativa.
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