Isaac Rosa, en 'Público'
Como ya sabemos lo que piensan en la intimidad nuestros gobernantes, cuando creen que el micrófono está cerrado y presumen de agresivos ante sus colegas europeos, estaría bien contar también con micrófonos traicioneros en otros lugares, ahora que ya conocemos la reforma laboral.
Por ejemplo, en los despachos de los sindicatos, para ver qué opinan en la intimidad de lo aprobado ayer. Así veríamos si dicen, parafraseando al ministro: “vamos a hacer una huelga general extremadamente agresiva”. O si, por el contrario, temen convocar una huelga de trámite que sólo sirva para que Rajoy la exhiba en Bruselas como prueba de su dureza.
Para salir de dudas, los sindicatos querrían a su vez contar con otros micrófonos igualmente traicioneros, colocados en los pasillos de las empresas, los vestuarios, junto a la máquina del café o en la puerta a la hora del pitillo. Así sabrían qué piensan en la intimidad los trabajadores: si dicen, como el pillado Rajoy, que “esta reforma le tiene que costar una huelga general al gobierno”; o si se impone el “virgencita, que me quede como estoy”.
No sabemos qué respuesta darán hoy los sindicatos, ni si el ánimo (o desánimo) colectivo da para convocar una huelga general que merezca tal nombre. Aplicando una elemental regla de tres, la convocatoria debería ser automática: si la reforma de 2010 provocó una huelga, la de ayer también debería, pues es una prolongación de aquella, e incluso va más lejos: generaliza el despido de 33 días, y sobre todo facilita el low cost de 20 días, cuya condición de tres trimestres con menos ingresos la cumple cualquier empresa hoy.
Pero las matemáticas de la protesta no son tan sencillas, y desde aquella huelga de 2010 ha llovido mucho. En algún caso para bien, con el 15-M; pero sobre todo ha llovido para mal, y los trabajadores estamos ya calados y tiritando de tanto chaparrón de reformas, recortes, paro y deterioro. Que lo aprobado es un ataque a los derechos laborales, qué duda cabe. Que baste para una movilización que no han logrado las sucesivas vueltas de tuerca de los últimos años, está por ver.
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